La meteorología está de moda

Geografía | Historia
Fernando Gómez
Ahora que todo nuestro foco mediático gira en torno al coronavirus, tal vez hemos dejado en un segundo plano otras preocupaciones que hasta hace unos días llenaban horas de informativos y páginas de periódicos. Entre ellas, quizá destacaba una por encima de todas, el cambio climático y sus temibles consecuencias en los años venideros.
Y es que, si hay un tema sobre el que ha ido creciendo paulatinamente nuestro interés, es el tiempo, la climatología y todo lo que rodea a este mundo.

Hasta hace unos años, el “hombre del tiempo” nos daba el pronóstico, más o menos acertado de cómo iban a ser los días venideros, de si tendríamos que sacar el paraguas o, por el contrario, habría que prepararse para la canícula, todo ello, en un programa de 5 ó 10 minutos como mucho. Hoy en día, sin embargo, el espacio del tiempo se ha convertido en un programa con nombre propio. Ciertamente, no dura mucho más de 15 minutos, pero además de decirnos qué tiempo vamos a tener en los próximos días, aparecen miles de imágenes interactivas en las que los anticiclones y las borrascas se mueven silenciosamente, lo mismo ocurre con las corrientes de aire y hasta casi, son capaces de predecirnos cuánta cantidad de lluvia caerá en nuestra región. Es cierto que, en ocasiones, se siguen equivocando, pero ese tono desenfadado y esos esfuerzos por hacernos entender una ciencia tan incierta, como apasionada, son de agradecer.

Podríamos decir, por tanto, que la meteorología “está de moda”.

Ejemplo de ello, son la cantidad de imágenes que los espectadores envían cada noche a los distintos espacios meteorológicos, con fotografías en las que recogen distintos tipos de nubes o paisajes maravillosos de nuestro país que, en estos días de confinamiento, nos prometemos mentalmente visitar cuando acabe todo esto. Pero no sólo eso, también se han publicado muchos libros, adaptados a todos los públicos, sin complejidades científicas, que nos cuentan un montón de anécdotas relacionadas con el clima.

Buen ejemplo de ello, es “La influencia silenciosa” de Roberto Brasero, el “hombre del tiempo” de Antena 3, publicado en 2017. En él, nos hace un recorrido extraordinario por toda la historia de la humanidad, explicando la influencia que ha tenido el clima en cada periodo de la Historia, y cómo, esa influencia, en muchas ocasiones, ha determinado que los acontecimientos se produjeran de una u otra forma.

Empezaba este artículo hablando del cambio climático, el aumento de temperaturas y todas las consecuencias que ya hemos empezado a sufrir, pero, ¿sabíais que en la Edad Media, en torno al año 1000, Europa disfrutó de unas temperaturas tan cálidas como las que se han pronosticado para finales del siglo XXI?

En aquel momento, según nos explica Brasero, la influencia del clima y de esas altas temperaturas, fue notablemente positiva, puesto que permitió que Europa triplicase su población y con ello, que aumentara la demanda de alimentos, el desarrollo del comercio y la construcción de puentes y caminos para poder transportar las mercancías. Asimismo, el hecho de que las temperaturas no fueran tan frías en las altas latitudes, permitió a los vikingos colonizar Groenlandia y algunas tierras de Terranova.

En nuestro país, este clima benévolo, de inviernos suaves y veranos que se extendían más allá de septiembre, acompañados de lluvias abundantes pero nunca torrenciales, se tradujo en la expansión del comercio de lana y el desarrollo de la trashumancia, que posicionó al reino de Castilla en el mercado internacional.

Sin embargo, como “las desgracias nunca vienen solas tal y como dice un refrán popular”, esa época de benignidad climática llegó a su fin en el siglo XIV, donde todo lo que podía ir mal, fue peor. A partir de este siglo, se inició una “Pequeña Edad de Hielo en Europa” que vino a agravar situaciones ya de por sí complicadas, como la epidemia de la Peste Negra, de la que hablábamos en el artículo anterior.

Esta pequeña Edad Glacial, que en ningún caso se puede comparar a las glaciaciones del Cuaternario, se caracterizó por inviernos más largos y fríos, heladas intensas y tardías que arrasaban las cosechas y frecuentes nevadas. Como consecuencia, el alimento escaseaba para las personas pero también para los animales lo que se tradujo en terribles hambrunas que provocaron, asimismo, estallidos violentos y episodios muy dramáticos entre la población.

Es evidente, que en estos cambios tan bruscos, la influencia del ser humano era apenas imperceptible, puesto que la revolución industrial aún no había tenido lugar y los factores contaminantes no se podían comparar a los de hoy en día, por lo tanto, su explicación no podría basarse en la acción humana.

Y aunque en aquel momento, el aumento de temperaturas, fuera muy positivo para el ser humano, numerosos estudios nos han demostrado, que hoy en día, las consecuencias no serían las mismas.  Por lo tanto, la premisa de “esto ya sucedió antes” no nos vale como excusa para mantenernos impasibles ante el escenario que se nos plantea.

La consecuencia más conocida que ya hemos empezado a observar es la desaparición del hielo tanto en el Ártico como en Groenlandia, junto con el retroceso de los glaciares, lo que ha dado lugar a un aumento del nivel del mar.

La cantidad y calidad del agua disponible en algunas zonas del planeta se ha modificado, al igual que la distribución y las pautas migratorias de muchas especies marinas, algunas de las cuáles, han desaparecido.

Las proyecciones de futuro no son muy halagüeñas, es posible que tengamos que acostumbrarnos a las olas de calor, las lluvias torrenciales y la aparición de fenómenos meteorológicos, hasta entonces, desconocidos en nuestras latitudes, como huracanes o tifones.

Pero acabemos con buen sabor de boca, según recogen muchos medios de comunicación, el agujero de ozono más grande del Polo Norte se ha cerrado, paradójicamente, gracias a las elevadas temperaturas que se están recogiendo estos días en la zona.

Tal vez, igual que ocurrió en la Edad Media y, sin quitar hierro a todo este asunto, el aumento de las temperaturas pueda beneficiar a algún ámbito. ¿No os parece?

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