Pandemias en la historia

Historia
Fernando Gómez

La peste de Asdod. Nicolás Poussin

Si pensábamos que la situación que vivimos es excepcional, basta con echar un vistazo al pasado para darnos cuenta de que el ser humano se ha tenido que enfrentar a distintas epidemias a lo largo de su historia. ¿Quieres saber cuáles han sido las más devastadoras?

Seguro que muchos nos hemos preguntado en estos días de confinamiento, si la situación que estamos viviendo es nueva para el ser humano o por el contrario, en algún momento de nuestra historia, hemos tenido que hacer frente a una pandemia. Probablemente, todos hemos oído hablar de la terrible peste negra que asoló Europa durante la Edad Media, por lo que la respuesta, sería que sí, pero aunque toda la fama se la lleve dicha epidemia, lo cierto es que hubo otras, menos conocidas pero igual de mortíferas, con consecuencias trascendentales para el destino de la humanidad.

Pero empecemos por el principio, ¿qué entendemos por pandemia? Hasta ahora, esta palabra no formaba parte de nuestro vocabulario, pero en estas últimas semanas la hemos escuchado hasta la saciedad. Pandemia se define como la “enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región”.

¿Cuál es su origen? A pesar de los pocos vestigios que nos han llegado desde el inicio de los tiempos, podemos decir que desde que el ser humano empezó a organizarse en sociedad, las enfermedades contagiosas tuvieron un importante protagonismo.

La primera epidemia documentada podría remontarse al Imperio Bizantino, y más concretamente, al glorioso mandato del emperador Justiniano. En aquellos momentos, Constantinopla era una gran urbe de casi 800.000 habitantes y se estima, que aproximadamente un 40% de la población, pudo fallecer víctima de la enfermedad, además de otros 4 millones de habitantes en el resto del Imperio.  El propio emperador Justiniano enfermó gravemente, llegando a circular el rumor de que estaba a las puertas de la muerte.

Lo poco que conocemos de esta primera pandemia documentada, se lo debemos a Procopio de Cesarea, historiador de la época, que no sólo describió con gran minuciosidad los síntomas de la enfermedad, entre los que se encontraban los característicos bubones de la peste, sino que también nos informó de cómo resolvieron la problemática de enterrar tantos muertos en tan poco tiempo. Al parecer, era habitual utilizar el interior de las torres de las murallas para depositar los cuerpos, así como lanzarlos al mar por los acantilados, esperando que la marea los arrastrara.

A pesar de que el mundo no estaba globalizado, como hoy, la velocidad de los contagios fue rapidísima, siendo los puertos marítimos y fluviales, los principales puntos de transmisión de la enfermedad, aunque también tuvieron mucho que ver las procesiones celebradas pidiendo piedad a Dios para que detuviera la epidemia.

Las consecuencias fueron fatales. Cuando el número de muertos superó al de los vivos en edad de trabajar, la economía se vino abajo; los salarios se dispararon a causa de la escasez de mano de obra y la inflación duró varias décadas. Además, muchos de los territorios conquistados con tanto esfuerzo, se perdieron en muy pocas décadas. Sin embargo, la consecuencia principal, fue, para algunos historiadores, el desarrollo de los reinos bárbaros de  Europa que acabaron, con sus invasiones, poniendo fin a la Historia Antigua y dando paso a la Edad Media.

En torno al año 590, parece ser que se produjo un rebrote de la peste, llegando a Roma. El papa Gregorio Magno, debió pensar que la mejor manera de acabar con la enfermedad, era celebrar una procesión de miles de personas. Según cuenta la leyenda, cuando el cortejo se detuvo ante el mausoleo del emperador Adriano, apareció el Arcángel San Miguel y con su llameante espada, consiguió detener la epidemia. ¿Sencillo, verdad? Lástima que la ardiente espada no sirviera para erradicar de manera definitiva la temible enfermedad que sufrió varios rebrotes en los siglos siguientes, siendo absolutamente terrorífico el que la humanidad vivió a mediados del siglo XIV, entre los años 1346 y 1353 aproximadamente.

Esta pandemia también tuvo un origen animal, cinco siglos más tarde se descubrió que las ratas habían transmitido la enfermedad. Los números que dejó tras de sí son realmente estremecedores, la población europea pasó de 80 a 30 millones de personas, estimando el descenso de población en la Península Ibérica entre un 60 y 65%.

El triunfo de la muerte. Pieter Brueghel el viejo

Con el descubrimiento del Nuevo Mundo, un nuevo virus conocido como viruela diezmó a la población mundial, llegando a tener una tasa de mortalidad en torno al 30%. Su periodo de expansión por Europa fue dramático durante el siglo XVIII pero afortunadamente, el ser humano consiguió erradicar esta enfermedad mediante la vacunación gracias a los experimentos de Edward Jenner. En 1977 se registró el último caso de contagio del virus, que desde entonces se considera extinguido.

Entrando ya en el siglo XX, otra terrible enfermedad acabó convirtiéndose en una temible epidemia que afectó a numerosos países. Hablamos de la Gripe española. Aunque su nombre, inevitablemente, nos lleva a pensar que pudo tener un origen español, nada más lejos de la realidad. El primer caso fue documentado en un hospital de Estados Unidos. Y su nombre se debe a que en nuestro país, las noticias relacionadas con la pandemia circulaban con total libertad debido a la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial. No así en los países beligerantes, que trataron de ocultar las cifras de contagiados y fallecidos entre las demoralizadas tropas que combatieron en la Gran Guerra. Se estima que la tasa global de mortalidad pudo oscilar entre un 10 y un 20% de los infectados, llegando a fallecer, en todo el mundo, entre 20 y 50 millones de personas.

A mediados de siglo, un nuevo virus de gripe hizo saltar todas las alarmas. En 1957, en la provincia china de Yunán, apareció por primera vez la gripe A (H2N2) y en menos de un año, se había propagado por todo el mundo. Por suerte, la OMS, diseñaba cada año una vacuna para paliar las posibles mutaciones de este virus; a esto, se sumaron los avances médicos que habían contribuido a frenar el virus de la Gripe Española, como las trasfusiones de sangre de enfermos que se habían recuperado de la enfermedad, no obstante, al menos un millón de personas perecieron víctimas de esta pandemia.

Por último, el Virus de Inmunodeficiencia adquirida (VIH) ha sido una de las pandemias más recientes y graves conocida por nuestra sociedad, hablamos del SIDA. Los primeros casos documentados aparecieron en 1981 y se cree que su origen pudo ser animal. A pesar de que su facilidad de propagación es menos rápido y, por tanto, se trata de un virus menos contagioso, se estima que ha podido causar en torno a 25 millones de muertes en todo el mundo. La buena noticia es que los ensayos clínicos recientes han aportado esperanzas a los enfermos, consiguiendo hacer desaparecer el virus en algunos pacientes o minimizando sus devastadores efectos sobre el sistema inmunológico.

Así pues, parece que el coronavirus se ha ganado entrar en esta lista de pandemias globales con nombre propio. Aún es pronto para estimar qué cambios provocará su irrupción en nuestra sociedad pero echando un vistazo al pasado, podemos prever que conseguiremos derrotarlo aunque las estructuras de nuestro sistema político, económico y sanitario no vuelvan a ser las mismas.

¿Significará también el final de una era y el inicio de la siguiente?

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